“Es difícil pensar en esto cuando veo tus
fotos, difícil pensar en esto cuando te veo sonreír. Pero pasará. Te
romperán el corazón. Cuando pase, lee esto.”
“Cuando te rompan el corazón, sentirás que el mundo no es redondo. Sentirás que la Tierra es plana, que el mundo no gira y el tiempo no pasa. Que por alguna razón, un gran agujero se abrió ante ti en cuyo borde resbalarás y caerás, y donde quizás sólo llegar al fondo haga que el dolor termine.
Sentirás que no puedes más. Sentirás, quizás, que todo el oxígeno que
te rodea no es suficiente para tus pulmones. Que no puedes respirar, que
las paredes se cierran alrededor tuyo.”
“Es probable que no entiendas cómo es
posible que sigas llorando. ¿De dónde pueden salir tantas lágrimas? Que
tu voz se corte por el llanto. Que la compañía no sea suficiente, o que
no la necesitas.
Sentirás un hueco hondo en el pecho, donde antes latía tu corazón. Sentirás una piedra en el
estómago y un nudo en la garganta.”
“Te preguntarás, “¿qué hice mal?” y
tendrás tantas respuestas, quizás sin la certeza de que alguna sea
correcta. La duda te visitará constantemente. Los consejos para seguir
adelante de tus amigos y amigas lloverán, pero por alguna razón no te
harán sentir mejor. Querrás sentirte dura, para derrumbarte nuevamente. Y
te sentirás culpable por eso. Querrás que todo pase, y que pase ya. Porque nadie quiere sentirse mal, nunca tan mal.”
“Querrás odiar a la persona que te hizo
sentir así. Y te sentirás mal por odiarlo, porque en el fondo quizás
quieras perdonarlo, y volver al pasado. Estarás tentada de olvidar lo que pasó, y empezar todo de nuevo. Pero sabes que sí pasó. Sabes que dolió. Y sabes que lo único que quieres es no sentirte así.”
“Mi pequeña hija. Quiero decirte que no
estás sola. Que como tú, miles de personas en el mundo han sufrido de
ruptura de corazón. Y que la mayoría de ellas han sobrevivido
exitosamente. Quiero decirte que se trata de un mal agudo, y no crónico.
Es un mal que pasa. Un dolor profundo que te tumba hasta el piso, y te
reta a ponerte de pie.”
“Quiero decirte que ese agujero en el pecho, luego se llena de calma. Se llena de ti. Que tu corazón se reconstruye.
Que aprende. Tu alma renace, y la vida vuelve a sonreír. Quiero
asegurarte que el tiempo, y sólo el tiempo, te dará la perspectiva
necesaria para sanar tus heridas. Quiero que sepas que estarás bien.”
“Quiero decirte que cuando esto pase,
respetaré tu espacio. Aunque mi corazón salte en llamas y mi alma quiera
degollar a la persona que te hizo sentir así, guardaré la distancia que
tú requieras. Que dejaré que te encierres dando un portazo. Pero que
estaré del otro lado de esa puerta. Que estaré listo para pedirte,
cuando tú estés lista, que me acompañes a comprar un helado, o a pasear –
si es que no te molesta que te vean con tu viejo.”
“Quiero que sepas, mi amor, que esto
puede pasar más de una vez. Y que pasa muchas veces, cuando uno menos lo
espera. Que es muy difícil estar preparado para esto, y que el dolor
duele más cuando sorprende.”
“Pero quiero que sepas también, que
puedes contar conmigo. Puedes contar con que te llevaré, sin juzgar ni
hablar demasiado, quizás a algún lugar distinto, donde podamos ver las
estrellas más de cerca. Donde el cielo tenga otro aire, y el horizonte
del mundo se vea distinto. Que te sacaré de la rutina, y te ayudaré a
tomar una pausa.”
“Que mamá y yo acompañaremos, en mutuo respeto, el luto que guardes en el alma.”
“Pero sobre todas las cosas, quiero que
sepas que eres fuerte. Que lograrás pararte. Que tu corazón es más
grande de lo que crees. Que para entonces habrás aprendido a perdonar, a
aprender, a respetar, y a avanzar. Que Dios es una fuerza que nos ayuda
mucho en estos casos, y que puedes contar con él. Que puedes contar
conmigo.”
“Quiero prometerte, que luego, serás más fuerte, serás más tú, serás más humana, y más bella que nunca. Porque las flores que renacen de las cenizas son quizás las más hermosas.”
“Cuando te rompan el corazón, yo
te ayudaré a recoger los pedazos, los pegaré, y los cuidaré. Y cuando
estés lista, una mañana al despertar, lo encontrarás latiendo otra vez
en tu pecho.”
“Ese día, te enseñaré a verte a través de mis ojos.
Te amo, pequeña. Papá.”
PARA: Natalia Adonai Rodríguez Muñoz