Nadie nos enseña a ser padres, es algo se aprende sólo cuando llega
el momento de serlo. Uno lee, intenta prepararse para poder ser el proveedor, el hombre que proporcione seguridad al hogar, y para eso consulta decenas de sitios, o lee algunos cuantos libros que te preparan para lo básico, pero que pasan por alto algunas cuantas cositas que el día de hoy compartiré con aquellos quienes próximamente tengan la suerte de tener ser los orgullosos padres de una damita.
Nadie se tomó la delicadeza de decirme que cuando nació mi corazón estallaría para ampliarse en medio segundo, haciendo que en él cupiera más amor del que nunca imaginé sentir
Nadie me explicó que pasaría noches en vela, no para darle de comer, sino simplemente para verla dormir, para cuidar su respiración.
Nadie me dijo que una simple canción me haría estallar en llanto sin importar donde me encontrara o que tan inoportuno fuera el momento en el que la escuchara.
Nunca nadie me dijo que al tenerla a ella me enamoraría aun más de mi esposa.
Nunca nadie me dijo que todos mis intentos anteriores para
comprender la anatomía femenina sería completamente revolucionado por
un solo pañal sucio.
Nunca nadie me dijo que el tener una hija reforzaría tanto mi pensamiento feminista.
Nunca nadie me dijo que una sonrisa y un beso de ella al llegar a casa podrían arreglar cualquier mal día que tuviera en el trabajo.
Nunca nadie me dijo que Dora la Exploradora y Junior Express se convertirían en mis series de televisión favoritas.
Nunca nadie me dijo que me iba a gustar tanto el color rosa y el morado
Nunca nadie me dijo que me convertiría en modelo de maquillaje experimental de mi pequeña estilista.
Nunca nadie me dijo que un "papi, tikos, pipos" me harían salir corriendo a una taquería a las 10 de la noche para llevarle tacos de carne asada con pepino a mi princesa.
Nunca nadie me dijo que volvería a subirme a un brincolín solo para darle gusto a mi princesa.
Nadie nunca me dijo que mi intención desde su nacimiento sería ser siempre el superhéroe que todo lo puede para mi pequeña
Nadie me dijo el miedo enorme que se siente cuando la vez caminando por primera vez, y lo doloroso que fueron sus primeras caídas que le provocaron algunas lágrimas.
Nadie me dijo que tan pronto sería súper independiente, que me dejaría de necesitar tan rápido para subir y bajar escaleras
Nadie me dijo que tendría que cuidar tanto lo que digo y lo que hago, porque se convertiría en una esponja que todo absorbe.
Nadie me dijo nunca lo bien que se sentiría que mi pequeñita se peleara con su mamá diciéndole "Mi papi e mío"
Nadie me dijo lo sencillo que sería cambiar un pañal, o bañarla, cuando yo antes pensaba que para hacerlo hacía falta una especie de posgrado en ciencias de la maternidad.
CONTINUARÁ...
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